Siempre me ha gustado inventar historias en mi cabeza, pero nunca encontré el valor para dejarlas salir al descubierto –desnudas y expuestas– para el consumo público… hasta ahora.

Gracias a una buena amiga que se ha dedicado a empujarme suavemente (y, a veces no tan suavemente, a aventarme) hacia lugares mucho más allá de mi zona de confort, estoy comenzando a desarrollar un hábito diario de escritura. Me hizo pensar que, si me convertí en corredor corriendo de forma regular … bueno, creo que captan la idea.